
«No tengo tiempo. Tengo que terminar el proyecto. La casa necesita una mano de pintura. No tengo que ponerme, está todo por lavar. ¿Qué cenamos hoy? El frigo está completamente vacío. ¿Y si no llego a fin de mes?» Pensamientos y más pensamientos. Hasta que no hay más remedio y la solución pasa por decirnos STOP. Párate. Deja fluir y observa tus pensamientos sin juzgar.
No tengo tiempo para meditar es la frase definitiva que te hace encender la alarma en tu cabeza. No tengo tiempo para meditar es la clave que tendría que hacerte parar en tu frenética jornada y sentarte en silencio para dedicar 10 minutos de los 1440 minutos del día para poder estar contigo mismo.
No necesitas que un monje budista te enseñe la técnica milagrosa que hará desaparecer todas tus preocupaciones. Tampoco se trata de dejar la mente en blanco y dejar de pensar (hazaña que me parece imposible para cualquier persona que lleve una vida ajetreada y “normal”). Es más sencillo que todo eso.
¿Y cómo puedo empezar a meditar?
Elige un lugar en el que puedas estar contigo mismo, sin distracciones, sin teléfonos que suenen cada minuto ni nadie que solicite a gritos tu atención. Siéntate cómodo o túmbate, cruza las piernas o no. Lo importante es que estés cómodo en la posición. Y respira. Simplemente respira profundamente inhalando paz y exhalando todo lo que turba tu estado emocional. Si te ayuda, puedes contar las respiraciones.
Vendrán a tu cabeza todo tipo de pensamientos. No intentes pararlos, no pretendas tomar el control. Simplemente observa tus pensamientos y déjalos ir. Imagínate que estás sentando en el arcén de una carretera con bastante tráfico. Tú estás ahí, quieto, los coches pasan sin pausa, coches de todos los modelos y colores; tamaños distintos y velocidades diferentes. Tú simplemente observas como llegan y como se alejan. Esos coches son metafóricamente tus pensamientos. Llegarán sin cesar y tú simplemente obsérvalos y déjalos ir. Disfruta de la respiración profunda.
Empieza poco a poco. Cinco minutos pueden parecer una eternidad. Nadie dijo que fuera fácil meditar. A medida que te vas sintiendo cómodo con la técnica de meditación que elijas, podrás ir alargando los tiempos. Quince minutos por la mañana a los que, con el tiempo, podrás sumar otros 15 minutos por la noche antes de ir a dormir. Sentirás los beneficios antes de lo que imaginas.
Elige la técnica de meditación que más se adapte a tu personalidad y tu rutina diaria. Prueba, experimenta y comparte tu experiencia en los comentarios si te apetece. Me encantaría saber lo que funciona para ti.
Namasté.